jueves, 29 de diciembre de 2016

Equilibrista de sueños

Mantén el equilibrio.
Sólo depende de ti.
Que tu cabeza y tu corazón supongan lo mismo sobre esa balanza, ajada, que es la sociedad.
Hazte equilibrista de sueños sobre la cuerda de la vida.
Demuéstrales quien manda.
Que tus ideas pesen exactamente lo mismo que tus miedos. Que los sentimientos abracen a la razón.
Deja al corazón volar y que la cabeza tenga que mirar desde abajo, bien lejos para que se sientan a la misma altura.
Comprende la frialdad de la cabeza y la calidez del corazón- y no los excuses- quiérelos por lo que son y por cómo te reconstruyen, cada vez que te rompes.

Siempre has querido razonar y has razonado querer por igual: dando motivos, explicaciones y las gracias.

Pero, ha llegado la hora de la verdad, el momento en que vas a poner en práctica todo lo aprendido.
Ese momento en que vas a dejar a un lado tu parte más visceral, y también la más metódica, y vas a cambiar de manos.

Siempre has intentado, con esto, llevarle la contraria a la vida, sumergirte en el mar de dudas, y nadar.
Nadar.
Nadar a contracorriente, sin día soleado, con estrellas gastadas y lluvias torrenciales.

Pero se acabó, que de tanto mar, se nos arrugan las comisuras de los labios.
De tanta sal, escuecen más las heridas abiertas.
De poco sol, se desgasta la luz la mirada.

Siempre elegiste la izquierda para llevar el rojo y la diestra, para colgar luces.
Pero, ¿y si nos diera por voltear el mundo?
Por verlo boca arriba.

Te diré que la derecha derramaría la sangre del querer, y la zurda brillaría más que las estrellas.
Que el norte sería sur; el sur, norte.
Que veríamos atardecer con los primeros rayos del sol.
Que no seríamos más que el reflejo de un espejo que descolgábamos de aquella pared hace tiempo.

Por eso, y porque se nos va la vida con veinte años, porque se nos gastan otras 365 vueltas de sol y ya Diciembre
dejó de ser el mes de las sorpresas.

Por eso, y por lo que viene.
Deja la contracorriente, olvida la corriente que siguen las masas.
Sigue sólo tu camino, que no, sola.
Piensa con el corazón y quiere con la cabeza.
No ansíes cambiar el mundo y empieza por cambiarte a ti.

Ah, y no lo olvides:
Mantén el equilibrio que te caracteriza.
Mantenlo, siempre.



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