lunes, 2 de junio de 2014

Siempre rey

Se me quedaba grande sin ti, querido amigo. No pude sino renunciar a esta España que un día, allá por la  juventud fue tan nuestra. No es que no vea un futuro próspero para ella, no significa que no la vea en su plenitud y sus años de bonanza vestida de un brillante rojigualdo a su espalda.
Sino que me hago viejo, los años pesan mucho sobre mi espalda y sin ti ya no es lo mismo. Han cambiado tantísimo las cosas. Suerte que tu acabaste con la inocencia de un niño y te quedaste con lo verdaderamente bueno. Pero, aunque digan que no puede salir de esta, que no podemos con nuestros problemas, yo me niego a creerlo. Ha llegado el momento de dejarles crecer y soltar su mano, indicarles el camino para que ellos lo terminen solos.
Me da miedo sabes que esto puede acabarse en cualquier momento, me da miedo no verlos crecer como antes...
Esta mañana he salido a tranquilizarlos pero, han visto el miedo en los ojos.
Ella, a pesar de todas las veces que le he fallado estaba tras las luces, tras el telón siempre expectante y me ha susurrado al oído "tú puedes, Juan Carlos". He de confesar que ella son todas mis fuerzas. Y entonces me he dado cuenta de algo. Es cierto que tenía miedo, siempre lo he tenido. Miedo de no saber dar la talla, de fallar a cuarenta y seis millones de personas pero después un sinfín de recuerdos se han acercado a mi envejecida memoria. Eran buenos, te lo aseguro. Todas y cada una de las veces que hemos caído, han sido cientas. Me atrevería a decir que llevamos cayendo toda nuestra historia. Sin embago, hemos sabido levantarnos. Una tras otra, siempre. Eso sólo puede tener un nombre: coraje. Estamos unidos bajo un mismo sentimiento: las ganas de vivir, y vivir a la española.
Puede que los defectos de nuestras gentes superen nuestras virtudes. Pero esas virtudes no las tiene nadie. Puede que nos guste mucho la fiesta, pero sabemos que en nuestras manos encontramos dos valiosas herramientas de trabajo. Sabemos que no somos perfectos y tampoco nos molestamos en serlo, pero tenemos la ambición de la buena vida.
Por eso, de un tiempo a esta parte. Desde que un calendario más pasó sobre mi cuerpo, decidí que era hora de crecer. Le toca a él erigir todos los logros que una vez tú y yo alcanzamos juntos.
Esta noche puedo dormir tranquilo, confío en ellos. Quizá no me quede mucho para verte, de hecho, podré decir que he cumplido nuestra promesa.



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