Esperar. Esperar un deseo, una llamada, una noche mágica, un beso, una recompensa.
Y luego nada llega. Luego se caen los sueños, las muñecas de trapo quedan abandonadas en un rincón y se termina el polvo de hadas.
Vivir esperando a que todo llegue es una auténtica farsa.
Más tarde terminas de crecer y te das cuenta de que nada es como lo pintan, de que vivías demasiado feliz y de que la vida es cuesta arriba.
Como siempre dicen, no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante. Hay que quitarse los miedos y seguir hacia delante.
Pero luego llegan las dudas, los agobios, los llantos, todo se desvanece...
Entonces ves que el trabajo no tiene la recompensa merecida, y te derrumbas.
Aún no ha salido el sol y tu ya no contemplas tu futuro, aún no ha salido y ya has dejado las armas en el derrotado campo de batalla.
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