lunes, 17 de marzo de 2014

Una familia, por él

Ya son once.
Año tras años llevando flores al mar donde te esparciste. Qué me gusta soñar contigo, porque se que no solo son sueños, sé que tú aún sigues hablándome a través de ellos y que nunca has soltado mi mano.
Sé que tú familia era lo primero, por ello antes de irte lo dejaste todo escrito, decidiste todos y cada uno de nuestros caminos.
Son muchos años ya sin ti, abuelo. Te echo de menos. Todos los aniversarios han sido tristes, todos menos el de ayer. Creo que al fin entendimos lo que nos quisiste decir, entendimos todos los huevos kinder que nos dabas a escondidas por nuestros cumpleaños, entendimos incluso tus tirones de orejas. Ayer volvimos a ser una familia, unida, de nuevo. Reímos, cantamos, cayó alguna lágrima pero solo por la nostalgia de no sentir tu presencia.
Ayer miré alrededor. Todo era alegría; alegría porque la vida sigue, porque hemos crecido, contigo…
Ayer me preguntaron si recordaba tu voz y pensé que no pero la escuché de repente de lejos y afirmé abriendo mis labios en una sonrisa. Me lo preguntó uno de los más pequeños, pero está tan grande ya, que asusta…
Ella sigue como siempre, con el peso y el paso de los años sobre ella, siempre dispuesta a todo; feliz de tenernos cerca…
Ella, a la que no importa cocinar para cerca de setenta personas, ella que da los besos tan fuerte que duran en tu rostro unos meses, esos besos que duran por ti y para ti, esas sonrisas que nunca se caen de su rostro. No podría haber seguido adelante de no ser por ellos, por los vuestros.
De nuevo llegan a mi cabeza los recuerdos, las veces que me han contado cómo fue, como un cuento.
Aquella noche decidiste sacarla a bailar por última vez. Fuisteis felices, lo erais siempre.
Llegasteis con sigilo a casa y mientras ella se desabrochaba el vestido tu ya te habías cambiado. Acto seguido ella se quitó los pendientes, hablabais animadamente y ella te miró a los ojos.
Sonreíste una última vez pero no volviste.



No hay comentarios: