jueves, 20 de marzo de 2014

sony doscientos noventa alfa

Increíble. Un único botón y tus recuerdos pueden quedarse contigo para un rato, para toda una vida o para siempre.
Qué miedo le tiene el ser humano a la muerte, a que todo pase, qué miedo le tiene a la vida. Vivimos guardando recuerdos del pasado, almacenando en un pozo sin fondo días anteriores hasta tener una carpeta demasiado llena de la cual no recordamos nada. Queremos definirlos, darles calidad, guardar, guardar guardar.
Quizás porque nos gusta sentirnos acompañados y cuando las personas no caminan a nuestro lado, lo hacen los recuerdos. Quizás porque una foto es un recuerdo de la risa de esa persona que ya no está, quizás es porque convertimos estos recuerdos en papel para rellenar tanto vacío en una pared blanca.
Yo no puedo evitarlo, me encanta pulsar el botón. No me gusta sentirme sola. Adoro el sonido que hace la recopilación de momentos, me gusta volver la vista atrás siempre con unos ojos diferentes, me gusta fijarme en esa ventana que está cerrada a aval y canto un veinte de mayo y empezar a pensar que en ella no llegará el verano. 
Me gustaría que al girar mi recopiladora de recuerdos pudiera captar el vuelo de esa mariposa que ha decidido tenderse al sol, o sus mismos rayos pero claro, no hay nada como el ojo humano y su compañero, el cerebro, para recordarlo.



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