sábado, 23 de noviembre de 2019

La timidez

Minipunto para ella, que amordazó sus ganas para que el joven se le acercara.

Debería dejar de cuestionarse su valía. Dejar de imaginarse para siempres de saliva con cada mirada que se cruzaba en su camino.
Aquella mañana, el hambre le pisaba los talones y, sueño y tedio acariciaban con hastío el dorso de su mano izquierda mientras pasaba el viernes sintiéndose guapa.

Entró en el odioso armazón rojo cuando este frenó en seco, persiguiendo a la rutina.
Y al verlo sentado al fondo no quiso molestar.
Era de las que adoraban los experimentos sociales así que, con la cabeza bailando entre canciones de otra era, se quedó a mitad de camino.

"Si le caigo bien, vendrá." Se dijo.

Entre la mirada curiosa de él y la entrada triunfal de ella,  la joven jugó a atravesar muros de piedra con la vista puesta en el vacío sin atreverse a llamar la atención de él.
Creyó saber retener a su yo impaciente y dar al joven el beneficio de la duda.

Y él viajó hasta estamparse en su sonrisa. Le quitó uno de los auriculares y paró el tiempo en el segundo veintitrés de la canción.
La imagen de los dos sorteando futuro y pasado era cuanto menos pintoresca, pero desprendía algo de ternura y pellizcaba el corazón.

Ella quería agarrarse a la confianza hasta convertirla en abrazo. Quiso que sus sospechas fueran de todo menos infundadas y la timidez se quemara a lo bonzo.

Se despidieron pero se quedaron con la compañía y con las ganas de seguir descubriéndose en los ojos del otro.

(No kiss list)

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