sábado, 23 de noviembre de 2019

Recuerdos

Hoy te he recordado.
Y sólo tengo claro que Bukowski vomitó toda la verdad sobre el amor, y Austen encorsetó un corazón para darle forma de mujer.

El primero se arrancó a tiras el hedonismo mientras que la segunda se recreaba en las formas.

Hoy te recordé en la última estrofa de mi canción preferida de Sabina, y en otra canción pueril e inocente que nos hizo bailar tantas noches en la voz de Sr. Trepador.

Abrí por equivocación uno de los múltiples cofres que albergan los recuerdos de una Diógenes empedernida como yo.
Y ahí estaban todos- Confesando tu cariño que ya daba por muerto. Alzando los brazos para acercarme tus caricias:

Aquel búho que cambiamos a un truhán desde un atardecer en Cádiz, cuando creíamos que podíamos atrapar todos los sueños que nos rondaran.
Los restos de los cristales que se rompieron tras nuestros primeros 365, en las voces de cada loco que nos daba por muertos justo antes de empezar.
Algunas de las monedas de los dos viajes que anudamos a nuestra espalda- como secreto de un regreso inminente hasta aquellos lugares que nos vieron ser.

He encontrado restos de pétalos de una camelia seca que recogimos desde el balcón del barrio latino, y un bote de cristal repleto de arena blanca que juro que aún desprende algo de magia de Tulum.

Y he querido regresar. Transportarme a todos los lugares donde supimos querernos bien, con mimo, cuidado y sin celo.
Pero con ganas, y hambrientos de fuego.

Estaban nuestro primeros pasaportes: sellados y garabateados hasta los márgenes- con la fecha de caducidad vencida. Nunca te lo dije, pero el tuyo me lo llevé yo.
Los restos de una pulsera que, pensaste, quedaría bien como promesa en mi muñeca.
Un  par de cartas con manchas de café esparcidas donde nos confesamos en un momento de debilidad todo lo que el orgullo quiso silenciarnos.

Ahora sé que lo hicimos bien.
Que si terminó aquello fue porque los dos estábamos de paso y la vida nos tenía preparada una huida hacia adelante por caminos diferentes.

Quiero que sepas que te quise por encima de todas las cosas y que siempre serás uno de los pequeños imposibles que se hicieron realidad.

Gracias por regalarme ilusiones en forma de besos, abrazos empaquetados y postales desde ninguna parte.




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