viernes, 28 de diciembre de 2018

Rei dos meus ollos

No sé lo que supone para ti acordarte de mí- y me sorprende que lo hagas.
Ni sé lo que sientes cuando me llamas de la forma que sólo tú sabes.

Pero a mí se me ocurren mil y un motivos para borrar todos los kilómetros que hay entre los dos cuando te escucho llamarme así entre la gente.
Porque cuando me llamas reina me significa que alguna vez vestí las mejores galas y que fui dueña y señora de algo tan maravilloso como tu corazón.
Que me llames reina hace que quiera quedarme a vivir en el instante en que rompes a reír.
Hace que quiera mandar a la mierda toda barrera susceptible de ser saltada para llegar a mi objetivo.
Hace que tú seas el único sueño que me ronda las ideas.

Cuando me llamas reina me haces contemplar que en un pasado no muy lejano fui la princesa de nadie.
Y crees en mí, fuerte. Y crees que puedo con todo. Y haces que yo me contagie de tu alegría exultante y termine por creérmelo también.
Cuando me llamas reina me dejas llorar a mis anchas y me dices que las de hoy ya no llevan corona pero que a mí eso ni siquiera me haría justicia.

Has depositado, sin saberlo, la confianza que necesitaba para dar la útilma orden a mi cerebro.
Y no has dejado de hacer enroque cuando viste venir el jaque mate para que las vistas fueran bonitas incluso con la torre en ruinas.
Has hecho que me crea eso de que el cariño es tan verídico como nosotros y que quererse demostrándolo no está sobrevalorado.

Ojalá coincidir pronto contigo de nuevo, en esta misma vida.
Y decirte de una vez por todas que yo no quiero ser reina de nada si no tengo tu sonrisa para gobernarme el alma.


                Leslie Rose y Kit Harington

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