lunes, 29 de octubre de 2018

Lunes consternado

Será que todos mis personajes se llaman como tú y tu recuerdo es una prolongación más de mi memoria, o que hace ya tiempo que me abrazo a mi misma intentando recordar cómo era eso de sentir.

Será que el otoño duró dos paradas de metro y el invierno nos amenaza crudo, con los brazos en jarra, recriminándonos estar destruyéndonos los ideales.

Pero hoy me siento triste y un poco vacía.

Es un lunes ebrio de gris; lunes incapaz de unir los puntos en una línea
o de cantar mi canción favorita con el volumen a todo trapo.

Estoy triste porque no me sale la voz y mi cabeza se da de bruces con la realidad.
La misma que desprecia por no ceñirse al plan de supervivencia y quedarse a la altura de unos pocos elegidos.

Me siento triste porque echo de menos a muchos de los que se convirtieron en estrella.
Me arrancaron un par de charlas instructivas sobre el ser o no ser y sobre los dedos helados durante los inviernos.
Me arrancaron alguna que otra merienda y uno de esos besos sonoros que somos incapaces de describir sin sonreír.

Triste por no saber valorar hasta lo peor.
Porque me enseñaron a mirarlo del revés, a sacar partido y comenzar un nuevo juego- pero hoy no estoy preparada para ello.

Triste, porque no sé que me falta y creo que tiene algo que ver con los puntos finales.
Necesito puntos finales sobre las madrugadas.
Pausas donde coger aire y reanudar el sorteo de vicisitudes al que creo estar sometida.

Solo tengo veintidós pero no he conseguido en todo lo vivido casar cabeza y corazón.

Porque si pienso con la cabeza, mi corazón se apaga.
Dice que nunca le dará la razón. Que es egoísta y nada gentil. Dice que piensa demasiado- como si pudiera tener alguna otra sorprendente función.

Pero pensar con el corazón hace que la primera estalle y entonces, nada.
La cabeza me ha dicho que reniega de la pasión, que sólo nos trae disgustos y llantos eternos.
Dice, sabiamente, que nos hace débiles.

Y cada vez que sucede esto- accidente de intereses en la travesía de mi persona- debo poner todo de mi parte para arreglarlo.

Vuelta al reinicio de las funciones mentales:
-Apréndete de cero a gestionar lo que duele
-Piensa antes de actuar
-Quiere en la medida justa
-Evita toda forma de sentimiento
-Levanta la mano para pedir la palabra
-No esperes nada de nadie

A lo que mi desbocado corazón responde a gritos. Se siente ninguneado, y no le culpo, siempre fue mi preferido y para concentrarme debo ignorarlo.

Hace un rato que no lo escucho. Seguro que se lo encuentran enfurruñado entre los charcos: Olviden comentarle todo lo que les confesé. Sé que subiría todas las plantas con las pulsaciones a cien hasta mi puerta y me sacaría del orden mental que llevo un rato tratando construir.

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