miércoles, 4 de mayo de 2016

Equinoccio

Y llega una ráfaga de viento frío. Demasiado para la tímida primavera que nos estaba dejando el abril.
El viento apaga las velas que encendimos anoche, y la esperanza.
El viento te llevó consigo.
Y la habitación se ha quedado vacía. Un vacío desolador que nadie podrá volver a llenar porque, entre quien entre, no serás tú.

Perdona por haberme enterado tarde y así, perdona por no haberte conocido más y que me duelas tanto. Perdóname tú, que puedes.
Que tu risa y tu alegría seguirán llenando de naranjas los atardeceres. Que por ti, tenemos que disfrutar ahora de las cosas buenas el doble.

Perdóname porque yo nunca podré perdonarme no haber estado ahí cuando ella me necesitó.
Y ahora es tarde, y sé que ella es fuerte, y que sabe vivir con más peso que ninguno sobre los hombros. Que se encargará que alegrarle los días para que a ellos les cueste vivir un poco menos.
Creo que lo de estar a su lado, lo necesito yo más que ella.

Y con el corazón desgarrado, con los sueños de madrugadas altas-sabor a sal de lágrimas-te deseo el mejor de los vuelos por ahí arriba.
Cuídalos mucho, y recuerda.
Que no te roben la sonrisa.


A S., esté donde quiera que esté



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