viernes, 8 de abril de 2016

Demasiado emocional

Muchos dicen que no es sano autistarse. Encerrarse en el irreal mundo de tus pensamientos usando como fortaleza los auriculares,
para que no se escape nada- y la música te invada, y te haga pensar.
Qué quereis que os diga.
Lo hago a menudo. No por nada, sino porque a veces mis propios pensamientos son más grandes que yo, y necesito extenderlos.
Me encanta caminar lento, sin un rumbo, y dejar que mis pasos lleguen solos a casa, habiéndose recorrido antes toda la alameda.
Me gusta hacerlo en compañía de Rayden, de Passenger, de Coldplay, de Fercán. Me gusta derretirme con el piano de Hames Blunt cuando llego al lugar desde el que mejor se admira la catedral.
Últimamente los días están siendo más fríos de la cuenta, y al contrario que la gente- que defiende que el frío congela neuronas- a mi me ayuda a pensar.

La vida se ve más bonita a las nueve de la noche en Compostela- con el horario de verano. En días como hoy, quizá demasiado fríos. En los que sales de clases con las que ya tienes una relación amor-odio asumida y te da por echar a andar, dejando que hoy trabajen tus pies.
Te encuentras con un par de caras conocidas por el camino. Y respiras hondo después de saludarlos. Y sonríes, pero no sabes por qué.
Te acaban de explicar que hay dos mecanismos fisiológicos de sonrisa- la fingida y la emocional.
Tú siempre has defendido que la fingida es más bonita, pero ahora te paras.
Y piensas.
La emocional.
La emocional es la que arranca el cariño a tiras, a rastras, a quemarropa. Y cambias de postura. Ahora prefieres la emocional, como buena caprichosa en que te has convertido.

Y te salta un mensaje de móvil. Con esto de las redes sociales ya no nos queda tiempo para soltar la última bocanada de aire antes de encerrarnos.

Rayden anuncia por facebook que está en Madrid. A kilómetros de ti. Sin embargo, con el boom de las tecnologías, te invita a que estés en Galileo a golpe de click.
Y tú aceptas, encantada.
Todo sea por seguir viviendo la magia de personas capaces de describirla con palabras.
Y lo escuchas pensativa, mientras te araña el corazón, y tú disfrutas del bullicio.
Disfrutas de la vuelta a casa mientras la luna trepa por las agarraderas para llegar alto. Y el frío te congela las manos.
"Hay dos tipo de personas: las que aman como estado y las que aman como filosofía"
Y te quedas con ese verso, y le das la vuelta. Del derecho y del revés. Ahora lo ves mejor. Siempre has ido de ir en contra del mundo. Y mientras Rayden se apiada de un país libremente silenciado, tú ves una pareja pasar. Montero Ríos. Más vida.
Mientras Rayden aclama a España, has llegado a la midas, estás en Alfredo Brañas.
Como automático, coges la llave, ascensor, tres pisos y tu puerta.

La reflexión de esta vuelta a casa es que eres demasiado emocional.

(Atardece en Compostela- Formas de  adorar el gris)

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