domingo, 29 de noviembre de 2015

Fenómenos

Y nuestro juego era perdernos en  la niebla.
Esquivar a los problemas pasando de puntillas por la tangente y pensar que la vida siempre podía ser mejor.
Pensar en ella como algo lejano, etéreo.
Sin darnos cuenta de que estamos inmersos en ella. Hundidos en el fondo de su copa de cristal.
Somos sus marionetas y mueve nuestras cuerdas a su antojo.

Nuestra estrategia era compadecernos. Darnos pena a nosotros mismos. Sin saber que la vida no pasaba en balde.
Nuestra idea fue querernos sin querer.
Y no nos salió tan bien.
Nuestro corazón fue del tiempo..
Él nos colocó en este lugar, a la misma hora.
Juntos.
En un instante que nos hizo coincidir.

Pero nadie nos había dicho que siempre llega el momento en el que la niebla se disipa, y lo de perderse se queda en un recuerdo del pasado, en una emoción a flor de piel una tarde de otoño, con lluvia.
Nadie nos dijo que el tiempo no tiene dueño, que a si solo se pertenece.
Nadie nos dijo que en la niebla no podríamos ni vernos.
Y nosotros sin querer verlo.
Nosotros siempre tan ciegos.


(Niebla en Compostela)

No hay comentarios: