domingo, 8 de noviembre de 2015

La chica del pañuelo rojo

No he visto en mi vida más gracia al caminar
que la de la chica del pañuelo rojo.

Ya la he observado alguna vez- en mi rutina.
Va a la clase de las mariposas.
Se mueve cerrando cremalleras
y permitiendo que mi imaginación se deje llevar.

Ella vuela sola, sin alas.
Es experta en sorprender.
No necesita ni el susurro de los árboles,
ni las rendijas de las persianas.

Y que la tristeza me invada si no la veo saltar las líneas blancas del paso de cebra,
es algo que solo me pasa a mi.
Si no me la encuentro bajo la sombra del edificio de enfrente, mis días son más grises que las nubes de la ciudad universitaria.
Que no me llegue el aroma de su pelo cuando se mueve bajo las letras de las canciones,
eso me mata.

Que la extraño.
Y se me va la vida, y la cabeza.

He aprendido a vivir a milésimas de segundo
y me ahogo cuando pienso en el futuro.
Porque solo quiero vivir en presente, con un 'vivo' alto.

Quisiera ser parte de su piel, y quedarme a vivir al lado izquierdo de su décima vértebra.
Y me falta el aire.

Nunca nadie me dijo que la mayor traición sería la del corazón.
Nadie me dijo que cantar vis a vis sin su voz
no sería más que un cuento.

Me consuelo pensando que tengo varias sonrisas bonitas a mi espalda, que las rubias me susurran a los oídos.
Me consuelo al pensar que nunca me faltarán ellos,
mis amigos.

Pero yo la sigo prefiriendo a ella,
entre un millón.

Espero que coincidamos pronto, 
chica del pañuelo rojo.
Y que sea en domingo.

a Mb.

(Clint Eastwood)

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