Ha pasado mucho tiempo. Quizás demasiado. Ha llovido mucho
desde que aquella chiquilla ignorante se enamoró de ti y decidió entregarse a
ese alocado sentimiento. Ya no es la chiquilla que era. Ya no corre en tu
busca, ya no es tan fácil impresionarla y han dejado de gustarle las sorpresas.
Ya no quiere tener compañía porque un día se dio cuenta de que quien más te
quiere es quien más te lastima. Ya no sonríe y no quiere ser feliz; ha dejado
de pensar que perseguir sueños merece la pena. Solo sigue adelante. Siempre. Sin
emociones, sin sonrisas, ya ni siquiera es capaz de derramar una lágrima. Y es
que cerraste su corazón y ella perdió la llave, aunque tampoco quiere encontrarla.
Solo sabe cumplir promesas. Piensa que las mejores son las que se quebrantan
por eso de que le prometiste que regresarías y aún no lo has hecho, pero no por
ello son las más gratificantes. Lo único de que sé de ella es que todos la ven
al amanecer esperando a que vuelvas al final del muelle donde aún moja sus pies
acariciando las olas. También dicen que aquellas fue vuestra última promesa.
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