Vivían alejados de cualquier preocupación, solos los dos. El castillo hecho años atrás había resistido infinidad de tempestades. Había podido alejar las olas traviesas, los niños, el viento...
Y aquellos dos muñecos que sentaron en la muralla años atrás en el impávido castillo de arena repleto de sueños aún siguen allí.
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