sábado, 19 de septiembre de 2020

Cadaqués

No me importó no estar entonces.
Supuse que todo debía ser así, como cuando no nos conocíamos.
Y no sabíamos lo bien que funcionábamos juntos.

No me importó que las primeras veces no fuesen conmigo,
ni que las carreteras por las que decidimos movernos fueran de doble sentido.
No me importó escucharte soñar a grito pelado.
Ni levantarte a regañadientes para no perdernos ni uno de los amaneceres que, en secreto, nos compartimos.

Recuerdo que me dejaste elegir la música.
Te encantaba hacerte el concentrado cuando conducías y yo prefería no prestarte atención.

Escuchábamos un disco viejo de Kings of Leon y tú me dijiste de parar. 
Compramos un par de helados en un puesto del pueblo y me llevaste a ver el mar. 
Dijiste que querías que tocara para ti. No te importaron mis amenazas de lluvia inminente y tropical.

Yo no canto. Te dije. Y tu te reíste y me confesaste que tú, menos; y que además me habías escuchado cantar, que no lo hacía tan mal.
Te llevaste el bolo con el solsticio, y unas cuantas de mis sonrisas.

Recuerdo que te pusiste metafísico.
Dijiste que querías muchas cosas pero que cuando me veías se te pasaba. Como si yo tuviera el poder de desplazar de ti toda querencia y dejarte desnudo de miedos e incertidumbres.
Me gustó como sonó aquello desde tu boca, para qué mentir.

Me gustó tanto que no he sabido diferenciar desde entonces si este tira y afloja tiene salida o tan siquiera significado.



No hay comentarios: