sábado, 25 de febrero de 2017

Bajito o a voces

Dejar ser a una persona, la máxima expresión de su creatividad.

Dejar que te dibuje, que te escriba, que perdure en recuerdos y memorias de aquellos que ni siquiera lo saben.

Hace tiempo que escucho tu voz.
Despierta, dormida, en sueños, en recuerdos, en vivo y directo, en estéreo.
La escucho porque siempre he sentido admiración por todo lo que tenga que ver con los sentimientos y su manera de expresarlos.
Escucho envidiando tu poder de convicción con los versos, tus acordes de guitarra, tus encogidas de corazón hechas arte.

Siempre he fantaseado con ser mujer de canciones. Con ser marca en alguna guitarra, y ser estribillo y estrofas y sentirla mía.
Con  causar impresiones a otros que se vuelvan rasgueos.

Por eso me encantabas desde un principio.
Por eso te escuchaba sin descanso, y por eso no me perdía ni un solo minuto de los que podía compartir contigo.

He de confesar que es fácil ponerme la piel de gallina.
Lo que es difícil es el vacío que me quedaba horas después de chocarnos con los ojos.
No lo era. Y no me pasa a menudo.

Pero después entré en un periodo de desencanto- como siempre. En la fase de negación en la que entran todos los pequeños cuando se creen dueños de su verdad- yo, que presumo de madurez.
Y me descubrí a mi misma, ridícula, minúscula, insignificante.
Adueñándome de un pasado que no era el mío. Codiciando versos de una ella que se marchó de tu vida pero que te dejó tatuajes imborrables en la piel.

El periodo de desencanto ha pasado. No por nada, sino porque se me hace imposible odiarte por algo innato más de cuarenta y ocho horas seguidas.

Porque por encima de todo, le tengo un cariño infinito a tus formas, y deseo de todo corazón que esos versos sigan trascendiendo más allá de la tinta de un bolígrafo y de una caligrafía ilegible y presurosa.
Porque quiero seguir presumiendo de que adoro tu voz en todos sus formatos.

Y porque nunca espantaré de mi cabeza ese sueño dormido de ser canción de cualquiera.

a L.

No hay comentarios: