miércoles, 17 de julio de 2019

Pirata

Sé lo que me hago cuando escribo y te digo que son pocas las personas que han descubierto la amplitud de mi sonrisa.
La misma que descubrieron tus ojos y que tengo que agradecerte.

Soy de las que piensan que la sinceridad en una sonrisa, aunque esta sea desconocida, puede otorgar el pellizco de alegría que mendigan nuestras almas.
Y lo hiciste. Contigo he conseguido sacar de paseo una de las mejores de mi repertorio.
Y has hecho que disfrute de los momentos más maravillosos de un verano que se avecinaba insulso.

Lo sé y lo entiendo. No te pido nada a cambio.
Solo te digo que ni se te ocurra perderlas, ni tu alegría ni a ella.
Ella es bonita a rabiar, te hace mejor persona y estoy segura de que te quiere más de lo que tú llegarás a quererte nunca.

Escribirte para mi tiene el mismo efecto que sobre ti el ron-cola número nueve. Sabes que si fuera el último, el sol ya habría anunciado el nuevo día y que su misión es hacerte de escudero en una guerra interminable por sacar al sentido victorioso de entre tantas de tus locuras.
Pero tú sigues el ritmo de la música, y recuerdas impasible; con demasiada cordura y lucidez sobre la tinta de tus todos tus tatuajes.

El sabor dulce consigue obnubilar tu alma y dejarte creer que mientras quede aún un único hielo flotando sobre el elixir pirata todo estará bien.

Pero desgraciadamente, nada cambia.
Y todo lo que le sucede a la salida del sol es una resaca con el olor de su pelo, que tu has aprendido a capear como un campeón.

Así que déjame decirte que no, que escribirte sin decirte las verdades a la clara no sirve sino para comenzar a cicatrizarme el alma.

Pero mientras lo hago, tengo la suerte de poder ser contigo y eso, niño, me encanta.


No hay comentarios: