sábado, 23 de febrero de 2019

Vacíos repletos

Si es cierto eso de que 'dos personas que se hacen reír tienen derecho a todo'...¿puedo pedirte algo?
Prométeme que si algún día ella se va de tu lado, o tu amor se borra con restos de mareas pasajeras vas a volver.
Prométeme que si se extingue vuestro fuego inmenso volverás a reír conmigo,
como en aquellas madrugadas pero en nuestra versión mejorada.

Cuando conoces a alguien que quiere colorearte la vida sin salirse de los bordes, pasa que se apaga el piloto automático de tu cabeza y dejas de pasar por tus días mecánicamente, de puntillas y sin darte cuenta.
Empiezas a percibir que fuera hace más frío de la cuenta, que hay vida más allá de tus heridas.

Hay veces que este tipo de personas están de paso, que llegan para dejarte respirar; volver a coger aire como bocanada o placa luminosa sobre la salida de emergencia en el garito veintisiete.
Otras vienen para quedarse, para ser brújula de una vida que creías a la deriva.

Lo primero fue lo que me pasó contigo.

Fueron algo más de cuarenta y ocho horas llenas,
de la felicidad más explosiva que haya experimentado nunca.

Me has hecho reír hasta creerme morir, has dejado que mis ojos vuelvan a brillar hasta el nivel 100 y que nuestros pulsos jueguen a un duelo de disparos a quemarropa,
siempre dentro de los límites de mi decoro y tus ataduras.

A pesar de ello debo darte las gracias por hacer que el vértigo se torne huracán.
Me has regalado un pedazo de ilusión efímera.

Y mi cabeza se llenó de dudas entonces, justo a la hora del adiós.
La maldita se colmó de pájaros queriendo recoger tu vuelo y el eco que dejó tu risa sobre el hueco de mi cuello.

No sé si volveremos a vernos.
Aunque he de confesarte que pondré todo lo que esté en mi mano para que las casualidades vuelvan a juntarnos.

Gracias por compartir tu alegría conmigo, por buscarme y encontrar todas mis cosquillas.
Gracias por dejar la cuenta de mis lunares a medias.

a C.
(Steve McQueen y Jean Shrimpton)

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