viernes, 30 de junio de 2017

Musarañas

Como los restos de una barra de labios que no ha cumplido su función de durar toda la noche.
Como un verano sin sal.
Como las grietas desgastadas de los mismos labios y sin beso.
Como los excesos del carmín fuera de la comisura de tu boca, declarándote único culpable de mis desperfectos; haciéndote más payaso de lo que nunca juraste ser.
Como querer creerte el Joker con la mayor de las sonrisas en noches tan negras como su peor enemigo.
Como las restas mirando desde la barra de nuestro bar favorito: el más vetusto y olvidado de Madrid.
Como nosotros olvidándonos de sumar. Pasando directamente a las ecuaciones complejas y de números irracionales.
Como una prenda con aroma inconfundible. Esa que aún con mil lavados, seguirá siendo persona.
La que tiene el poder de atraerte hasta aquel abrazo.

O tus ojos jugando a encontrarme desde el marco de la puerta. Y los míos escondiéndose tras las sábanas.
Y tus manos jugando a todo menos a las caricias.
Como cuando éramos epicentro de todo terremoto.
Como los domingos al sol.

Eso fue todo.
Todo lo que te supliqué al descubrir que podíamos quemar las ganas y desplegar de nuestras espaldas algo tan maravilloso y absurdo como unas alas.

Cuando la única preocupación real era salir con vida, debatiendo con argumentos de papel entre amanecer y anochecer.
Cuando no importaba el lugar para pasar la noche, porque ya la pasábamos nosotros sin lugar a dudas.

Cuando nos convertimos en hogar,
y todo lo demás le fue siguiendo por detrás.

Y ya no eres el centro de todas mis conversaciones.
Y mi lengua se muerde ignorándome el pensamiento.
Y ya no piso sobre tus huellas.

Solo me queda un recuerdo.















(Mia Wasikowska, Matthew Goode; Stoker)






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