jueves, 9 de junio de 2016

Sonreír al vacío

Y sin venir a cuento.
Contigo en mi cabeza, me han llovido todos los buenos momentos.
Me han entrado unas ganas locas de bailar. De comenzar el día temprano, y tirar de las sábanas al sol, para que se despierte de una vez, y abra la veda.

Estamos exprimiendo la primavera, tensando la cuerda que pone sus límites.
Pol quiere reventar los altavoces de mi portátil y me invita a ser amante de las cosas imposibles.

Ahora mismo mi corazón se ha colocado en la salida. Se revuelve nervioso mirando fijamente la línea a rayas.
Esperando el tiro, preparado para correr, dos maratones, una carrera de obstáculos, y regresar contigo a cuestas. Me ha dicho que puede. Que lo va a hacer el solo, que tenga fe y confíe.
Es cierto que debo darle manga ancha, aunque en esto del querer ninguno podemos pecar de expertos.

El verano se hace de rogar, pero el calor, 
por el sur, ya hace tiempo que se quedó a vivir.

Y de nuevo, quiero convertirme en la sirena del mar muerto a la que canta Pol. Siempre quise ser sirena. Adoraba tanto el mar, que se me hacía imposible imaginarme fuera de él.

Hacía tiempo que no sonreía por nada, que me costaba ser feliz. Pero hoy no. Ella está un poco más lejos, pero nunca creí en el imposible de no volver a verla.
Solo cuatro meses, y parece que pasó una vida. Pero por ti, abuela.
Hoy sonrío por ti.



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