lunes, 21 de octubre de 2013

Un mal día sin mala vida

Y de repente te das cuenta de que sigues estancada en el pasado y no sabes como salir. Necesitas aire, el respirar se hace largo, eterno. Necesitas la solución a todos tus problemas y un problema que sea de una vez por todas esa puta solución. No tienes fines, no tienes medios. Lo único que aún perdura es aquel vago recuerdo de lo que una vez fuiste y que está demasiado lejos. Todo lo que haces por llegar al final, hasta arriba, es inútil, insuficiente. A tu alrededor no hacen sino cambiar las metas.

Eres una pequeña soñadora que se intenta abrir paso entre sueños demasiado grandes para ella. Pero, ¿no dijeron que nunca un sueño es imposible? ¿No dijeron que sí los perseguías acababan volviendo?
Miras fuera, miras lejos. Tu mente vaga perdida e intentas en ese instante vislumbrar una forma de movimiento. Un dedo entumecido, la cabeza hacia atrás, el baile del pelo al viento. Nada.
El mundo se mueve a tu alrededor y tu sigues parada. No entiendes, no sabes nada.
Te faltan horas del día y quieres ver la lluvia en el cristal y amanecer cada mañana con su sonrisa. Quieres canciones que te acompañen y te mimen y no demasiadas lágrimas. Mientras más claras crees que tienes las ideas, más termina atrapadas. Quieres silencio y quieres calma. Quieres acostarte, respirar, soñar surcando los cielos y que mañana al levantarte sea otro día en tu cama.


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