Perdí las ganas, el control.
Perdí los papeles.
Me perdí noches de las que no acaban
por ganar a manos llenas una única cosa:
tiempo.
Perdí la noción del mismo, el último tren.
Perdí hasta la carta en la que ponía cómo continuar
con este desastre de vida.
Me perdí aquel cine de verano y la fiesta del otoño siguiente.
Perdí tanto por el camino que, incluso la vergüenza
quiso perder las formas conmigo.
Pero gané.
Gané momentos, potencial y sueños.
Gané verte amanecer con aroma a salitre.
Gané domingos de no salir de entre las sábanas
porque faltaban horas de reloj que compartirte.
Gané seguridad, constancia y a confiar algo más en mi criterio.
Pero era algo que ya sabía cuando te elegí.
Contigo siempre gano.
Tango
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