jueves, 18 de junio de 2020

El karma juega a tu suerte.

La diferencia entre tú y yo rellena todo este tiempo que llevamos sin mirarnos a los ojos.
Tú exprimes cada segundo de tus días, con billetes de ida sin pretensión de volver; descubriendo un mundo del cual te has enamorado y que se te antoja maravilloso.
Yo espero. Una señal, una llamada, la última carta que dijiste haber echado al buzón.

Y mientras tanto, sonríes porque eres feliz.
Con tu camino y con la simpleza de un recuerdo.

Que si, que es cierto que a ratos todo se hace cuesta arriba,
el karma juega a tu suerte, planea alguna muerte y te coge con la madrugada baja, pero
el tiempo-que todo lo cura- acaba engañando al más vil de los demonios.

La diferencia es que a mi me falta todo ese aliento que a ti te sobra pero, estamos a tantos kilómetros el uno del otro que puede empezar a faltarme el aire antes de que siquiera te plantees regresar.

Que pasan los años y yo continúo tirando del hilo de tu recuerdo a ver si la maldita fortuna nos cruza sin dejarnos pasar de largo.
La diferencia es que nuestros mundos no son tan distintos pero nuestras pisadas se desviaron en paralelo con un golpe de la luna.

Por eso, aunque tú decidas que soy solo humo en tu pasado, o el resto de unos días de verano que regresarán; me he dado cuenta de que no soy capaz de desengancharme de lo ronco de tu risa, ni de las ilusiones que tejí sobre tu piel.

Que siempre vuelves. Siempre tú.

Quizás ahora deba despedirme de tus ojos. Al menos por ahora.
Hasta que reúna la fortaleza y el impulso necesarios para salir a la superficie y respirar.
Hasta que se me pase por la cabeza decirte que puedes contar conmigo todos los septiembres que se te queden colgados.
Hasta que tú vuelvas, a casa.
Y te des cuenta de que siempre he estado aquí y de que no tengo la más mínima intención de marcharme.

a P.

(“HER” - Joaquin Phoenix, Rooney Mara)

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