viernes, 3 de abril de 2020

Por soñar, que no falte.

A no ser que se me escapen las idas y venidas de esta ruleta rusa.
Hay varias cosas de las que estoy segura.
Y varias, que necesito hacer antes de cerrar los ojos.

Creo que una de ellas es volar.

Y no me malinterpreten.
Que no tengo muy claro si lo digo en modo metáfora o con los tiempos tecnológicos  que corren veré desplegar un par de alas a mi espalda.
Por el momento, es cuestión de imaginar.- que es lo único a lo que aún no le hemos puesto límites.

Creo que también me encantaría empezar desde cero, en un lugar diferente, aunque de revalorizar estamos hartos últimamente.
Crear algo desde los cimientos con la misma ilusión con la que me bebía los cuentos
cuando tenía cinco años.

Estoy segura de qué vidas van a estar aquí cuando el calendario nos propulse hasta el abril de los nuevos años treinta.
Los que van a seguir entrelazando sus dedos con los míos aunque a veces yo luche por romper con todo.

Mientras tanto, en un futuro no muy lejano me encantaría cruzar el océano.
Hay dos sitios al otro lado de él que muero por visitar.
Y oye, yo que siempre me quejo de no tener tiempo ni para respirar, ahora tenemos todo el del mundo, por soñar; que no falte.
Estos dos lugares y yo formaríamos un triángulo que lejos de perfecto, se me antojaría ancestral.

Uno de esos lugares está en mitad de ninguna parte.
Se yergue de la nada una vez al año al norte del desierto de Nevada.

Cogería el primer avión hasta Atlanta que se cruzara ante mis ojos, y al llegar allí un directo a Reno. Con una gran bolsa de viaje, repleta de ganas, ilusión y comida para subsistir durante semana y media en el desierto. Cierto que hay algunos problemas técnicos a solucionar, pero déjenme flotar sobre las nubes.

Llegaría al Burning the Man y me empaparía de todo el polvo y las estrellas que pudiera.
Buscando la canción perfecta, y contemplando de lo que es capaz el ser humano si dejas a su cabezas dando vueltas en medio de ninguna parte.
Mis pies serían incapaces de frenar su baile porque ahí esta el secreto ¿no?

Creo que regresaría puesta de amor hasta las pestañas.
Con algunos sueños de la lista tachados y la sonrisa cubierta de arena y brisa.

(Burning the Man- Black Rock Desert 2017)


Pero nunca arrastraría a alguien como tú hasta Black Rock.
Porque te conozco, y no lo entenderías. Porque eres de los que necesita ver para creer.
Y en eso, conmigo, ya habías perdido.
Porque yo sigo siendo testigo de los imposibles y estoy segura de que hay vida después de la muerte.
Creo que hay alguien ahí arriba que lo orquesta todo porque no me trago que tanta perfección rompiera filas tras la explosión del Big Bang.


El otro lugar al que muero por ir es al fin del mundo- aunque otros lo conocen como Ushuaia.
Que si, que hasta allí el camino sería algo más arduo pero como todo trayecto que te lleva a encontrarte contigo mismo, merecería la pena.

¿Cuánto pagarías por cruzar un océano y acabar donde cielo y tierra se vuelven uno?
Hace ya años que Argentina me susurra al oído que  no puedo perdérmela.

Y en estos días de no saber, desde las cuatro paredes de mi cuarto, no hay nada mejor que un mapa, una caja de chinchetas de colores y el vuelo de la imaginación para estar en el lugar que necesites.
Y en el momento exacto.

Sé que el tango no es una buena banda sonora para entrar muerta de frío en el canal Beagle.
Pero es que a mi Gardel me pellizca el alma, y hoy me apetecía no sentir tanto techo sobre mi cabeza.


(Ushuaia, Argentina)





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