viernes, 22 de junio de 2018

Durante los mayos

Me enamoré de ti en aquel abrazo. No recuerdo muy bien si por aquel entonces tú me querías de la misma manera.
Solo recuerdo el rodeo rápido de tus brazos hasta rozarme el alma.
Luego llegaron miles de cosas bonitas, miles de confesiones y de risas, y otras tantas complicidades. Pero ningún otro abrazo me ha hecho sentir igual de bien. Y mira que ha pasado tiempo.
Pero las primeras veces tenías la virtud de hacerme sentir alguien en la nada. De sentirme querida y correspondida y de poder regalar mi cariño tal y como lo sentía sin tener que medir mis palabras.
Me ganaste jugando con otras con ese punto canalla pero haciéndome ver que estaba la primera en tu lista de prioridades.
Tenías unas formas peculiares de querer pero dicen que cuando se quiere, se hace con todo, con virtudes pero mucho más por defectos.
Y tonta de mi, fue lo primero a lo que me agarré cuando agarraste mi corazón.
Eras la más bonita de las tempestades. Eras las buenas noches a tiempo y los amaneceres con sueño.
Entonces creí que entendí las connotaciones de significarme.
Te convertiste en mi mundo y yo me declaré satelizante de tu persona.
¿Quieres saber lo que más extraño?
De ti guardo recuerdos maravillosos, que permanecerán conmigo hasta que deje de respirar pero echo de menos la seguridad que me transmitías.
La decisión que de vez en cuando hace que me flaqueen las piernas y las palabras desmedidas.
Nadie podía cuestionar mis sentimientos porque eras mi realidad.
Sé que estás mejor que nunca, que te has convertido en tu mejor versión pero a mi, durante los mayos me cuesta asimilar que hace mucho que aprendí a vivir sin ti.


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