jueves, 17 de octubre de 2019

Colorear lo malo de tus lunes

Me gusta pensar que alguna vez hemos cruzado un par de recuerdos.
Que nuestras vidas podrían llegar a encajar si tuviéramos a bien chocar casualidades.

Cuando te pienso, lo hago con la sonrisa puesta sobre los labios.
Evoco tu voz y me urge la necesidad de aguardar en tu puerta para
colorear lo malo de tus lunes.
No sé si atreverme, y decirte que paso a buscarte sobre las diez.
Que tengo dos entradas para el teatro y tus ojos son mi excusa perfecta.

No sé si decirte que me apetece llevarte a bailar, por si el día ha ido de mal en peor, y solo te quedan fuerzas para enterrar la cabeza bajo la almohada.

No sé si decirte que tenía ganas de estrellar un par de carcajadas contra tu sonrisa.
Que ya es como si te conociera de siempre y que no supero el lunar de los bajos de tu espalda.

Dudo si decirte todo esto porque tengo miedo a una estrepitosa negativa.

Pero luego me acuerdo de que eres tú y me digo que la vida es la única que ha conseguido echar alas y nos está ganando la partida.
Que el no, lo llevo escrito en la frente, y tú solo puedes decirme que un viernes siempre es un día de puta madre para empezar nuestra semana.

Te pienso y me digo que esto de andar jugando al gato y al ratón con las emociones no es cosa de niños. Que a veces duele más de lo que debería, porque las ilusiones tienden a maquillar la realidad.
Y ni tú eres tan perfecto ni yo tan desastre como nos pinto.

Y que necesitamos más noviembres para agarrar todos nuestros porqués a la cintura.
Así que, vístete.
Me da igual que el día haya salido del revés, que creas que los únicos verbos que se conjugan en los pozos empiezan por hundir. Sólo te digo que si lo prefieres puedes coger prestado mi sumergir, para luego ponernos juntos con eso de salir a la superficie.

Vístete y sal de la cama.
Que vamos a bailar. Que yo sólo conozco, de la esquina de siempre, el penúltimo bar.
Y también sé cuánto te gusta un margarita.

Y me quiero quedar, porque me he dado cuenta de que cuando encuentras algo que vale la pena tenemos el instinto animal de intentar hacerlo nuestro.
Y yo no quiero retenerte, pero si contarte un secreto:

La vida ya nos jode lo suficientemente fuerte como para tener que sentirnos mal por ello.
Sólo debemos aprender a disfrutarla.
Y tú, eres una de esas partes bonitas de mi vida.


Torre de Hércules, A Coruña

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