domingo, 21 de agosto de 2016

Cierra los ojos

No sé- puede que a lo que realmente tenga miedo, es a enfrentarme al blanco,
al vacío inmenso que se me presenta delante cuando no encuentro respuestas a tanta pregunta.
A pensar.
Y mientras mis ánimos decaen al ritmo de melancolías de cantautores- lejos- hay una vida que se apaga. Que no va a volver a encenderse, pero que siempre brillará junto a la luna desde hoy.
Algo más cerca hay dos que se pelean, porque quieren. No se dan cuenta de que cada minuto que se pierde no se recupera jamás, y que la ley del corazón es la de dolerse.
Y su doctrina, el querer (mal o bien).
Y al otro lado del mundo, se agarran al último aliento.
En Rio de Janeiro muchos rozan el oro, otros resoplan, para llegar a un último esfuerzo, a una meta impuesta o soñada. Y  están los últimos: los que lo consiguen, los que a base de esfuerzo  y trabajo obtienen algo por lo que ser reconocidos.
Otros, lo ven todo desde fuera. Desde la felicidad ficticia de lo compartido, desde no saber si existirá un mañana.

Estamos en el verano de dos mil dieciseis, según los expertos, uno de los más calurosos desde hace cientos de años. Pero hay quiénes siguen teniendo frío.
Que dicen que durante el verano, los polos se derriten, pero los nuestros hace tiempo que dejamos de disfrutarlos como simples helados.
Que tenemos en nuestras manos, las llaves del universo.

Sigo teniendo miedo. Mucho. Porque soy consciente que hemos entrado a jugar con la vida al escondite.
Y en ello, ella siempre fue la experta.
Que no gana quien pierde, gana al último al que se encuentra.

(Amanece en Conil de la Frontera)

No hay comentarios: